Entrevista a Markus Zusak, autor de "La ladrona de libros".

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¡BUENAS! Aquí s traigo una entrevista que he extraído de  El Referente
http://www.elreferente.es/cultura/literatura/markus-zusak-mi-padre-no-quiso-colgar-la-bandera-nazi-en-la-ventana-el-dia-del-cumpleanos-de-hitler-26456


El australiano Markus Zusak es uno de los principales escritores de literatura juvenil del mundo. Entre sus principales trabajos destaca 'The Underdog' publicada en 1999, 'The Messenger' en 2002 y su trabajo más relevante 'La Ladrona de libros' en 2006.
Fue su obra de 2006, 'La ladrona de libros' donde narra la historia  de una curiosa jovencita que vive en Alemania durante la II Guerra Mundial, así como el transformador poder de las palabras, la que le valió a Zusak mayor cantidad de elogios. La historia de Liesel Meminger, contada a través de la voz narradora de la propia Muerte, obtuvo el Premio Printz de la American Library Association, entre otros muchos honores. Tras una visita al set donde se rueda la adaptación cinematográfica de 'La ladrona de libros', en los estudios Babelsberg de Alemania, Zusak habló sobre el libro y su transformación en una gran película.
¿Cómo le surgió la historia de 'La ladrona de libros' ?
No era consciente de que tenía ese libro en mí. La mejor manera de explicarlo es empezando por el principio, indicando que yo me crié en Sidney, que, como se puede imaginar, es un sitio agradable, con un clima cálido, sobre todo en verano. Cuando, tras jugar al críquet, entrábamos en casa, mi madre y mi padre contaban historias sobre la guerra, sobre ciudades en llamas y famélicos prisioneros judíos. No lo supe en aquel momento, pero yo creo que eso fue lo que me hizo ser escritor. Mis padres no sólo tenían buenas historias que contar, sino que también eran unos extraordinarios contadores de historias, y tener unos padres que saben hacer eso verdaderamente es una suerte. Yo creo que de ahí es de donde surgió la novela. Había escrito cuatro libros antes de éste, pero me di cuenta, cuando terminé de escribirlo, que éste era el libro que lo significaba todo para mí. Si a lo largo de toda tu carrera puedes conseguir eso con sólo uno de tus libros, eres muy afortunado.
Debe de ser particularmente grato ver que el libro también significa mucho para muchísima gente.
Es divertido; me he dado cuenta de que el libro tiene vida propia. Recuerdo que cuando lo escribí estaba convencido de que sería mi libro menos exitoso, pero ha ido haciéndose cada vez más y más grande. Resulta liberador cuando eso ocurre, porque tú piensas, “Vale, voy a hacer esto exactamente como yo quiero, porque nadie lo va a leer”. De alguna manera, me siento muy conectado con el libro, pero, por otro lado, me parece como si estuviera circulando por ahí fuera, recorriendo su propio y festivo camino sin contar conmigo. A veces, me parece un poco surrealista que estén sucediendo todas estas cosas con el libro.
¿Y qué le parece ahora que se esté convirtiendo también en una película?
Es realmente increíble entrar en ese set. La primera cosa que sucede es que sientes una enorme sensación de alivio al pensar que eso no está ya bajo tu responsabilidad. Eres consciente de que eres un ser afortunado y de que ¡ya no tienes que preocuparte de eso! De repente está en manos de cientos de personas, pero está en manos de gente con un talento increíble. Mientras estaba escribiendo el libro, cada vez que me enfrentaba a una decisión seguía mi intuición y siempre de acuerdo con mi propia visión. Brian, Karen y todo el mundo respetaron muchísimo eso y aportaron además su propio enfoque. No podría estar más satisfecho en ese sentido, y mi deseo es que ellos hagan su propia obra. Para mí fue todo un privilegio, pero también un poco incómodo, visitar el set, porque ya no es una cosa mía; es de ellos. Y de algún modo es una cosa totalmente distinta. Tú te preguntas por qué estás ahí, y alguien te podrá decir, “Bueno, ¡todos estamos aquí debido a ti!”
¿Cómo desarrolló al personaje de Liesel?
En muchos casos, cuando se trata de ideas, todo depende de la pura suerte. Yo tenía una idea para un libro sobre una ladrona de libros cuya acción se desarrollaba en el Sidney actual, y había escrito la primera página cuando se me estropeó el ordenador. Había escrito sobre una chica –y siempre fue una chica– que trepaba a una ventana y robaba un libro. Aparte, siempre había tenido la idea de escribir sobre la época en la que mis padres crecieron en Alemania y Austria (durante la guerra). Y yo creo que, en realidad, lo que a menudo hace un escritor es darse cuenta de que una idea no es suficiente, y entonces une dos ideas. Yo junté la idea de la ladrona de libros con la idea de las historias de mis padres, y entonces empiezas a descubrir lo bien que encajan juntas. Hasta las 400 páginas del libro no me di cuenta de que, cuando la protagonista consigue un ejemplar de MEIN KAMPF, está recuperando esas palabras y escribiendo su propia historia en medio de ese devastador mundo. Simplemente, todo eso se fusiona. Y luego, además, piensas en introducir a la Muerte como voz narradora, y todo eso también te parece lógico. Es un poco como mezclar ingredientes en un bol y observar cómo se comportan al juntarlos. Cuando eso empieza a funcionar, ya no te preguntas nada, simplemente continúas. Eso no quiere decir que no haya sido difícil de escribir, pero siempre hubo algo auténtico detrás.
Todos los personajes de su novela huyen de estereotipos y clichés de los que hay muchos precedentes en las historias sobre la II Guerra Mundial. ¿Hasta qué punto era usted consciente de que quería hacer eso?
Realmente no lo era. Todo es un pequeño destello de cosas que has oído, visto o te han contado. Algunas de las historias más importantes que yo he escuchado de niño pudieron ser fugaces fracciones de cosas que te sobrevienen a bote pronto. Mi madre me había contado, “¡Oh, sí! Mi padre no quiso colgar la bandera nazi en la ventana el día del cumpleaños de Hitler. Y mi madre le dijo, ¡Ah!, pues van a venir a por ti. ¡Y eso va a ser un alivio!’”. Por lo tanto, muchas historias eran muy divertidas. Sobre todo cuando hablaban sobre lo pobres que eran tras la guerra y ese tipo de cosas. Mi padre no quería ir para nada a las Juventudes Hitlerianas. Le parecía aburrido, y sólo quería ir al río y tirar piedras al agua con sus amigos, hasta que empezaron a aparecer cartas que decían, “Su hijo debe unirse a las Juventudes Hitlerianas”. La primera cosa que te viene a la cabeza es que ésta es una perspectiva diferente. Lo primero que piensas es, “¡Ah!, esa es una historia muy buena”. Estás fusionando apresuradamente ese tipo de detalles y empiezas a incorporar algo que es mucho más grande. Y en este caso, esa cosa mucho más grande es que no todos los alemanes actuaron de la forma en que vemos en gran parte de los documentales, saludando con el brazo en alto. Hubo gente que se rebeló contra eso. Yo no tenía ninguna intención de ser una especie de pionero de la voz de esas personas; su voz ha sido reflejada por la literatura anteriormente. Simplemente quería escribir sobre las interesantes vidas de esa gente y esperaba que lo demás funcionara por sí solo.
¿Tenía usted en mente un tipo de lector concreto cuando escribía el libro?
Durante la mayor parte del tiempo, cuando escribes un libro, intentas mimar al lector y tratas de seducirle diciendo, “Ven conmigo, acércate un poco más. Yo estoy pendiente de ti”. Siempre intentas complacer al lector, de modo que se quede contigo. Llega un momento en que ya llevas trabajando en un libro los meses y años que sea, y entonces simplemente te plantas, “¿Sabes qué? Estoy hasta las narices de esto. Si quieres ser parte de este libro, tienes que venir conmigo”. La gente que consigues entonces te amará para siempre, y yo creo que he sido muy afortunado de encontrar a lectores que confían en mí. A la gente que le gusta el libro lo ama de verdad, y me siento muy agradecido por ello. Yo creo que el tema es el siguiente: no consigues a esa clase de lectores si no arriesgas nada. Si algo he aprendido hasta ahora, tras siete años desde que se publicó el libro, es que existen tantas personas a las que les gusta como tantas a las que no. No puedes agradar a todo el mundo, de manera que también podrías escribir como consideras que tienes que hacerlo. Asi que yo creo que al principio la relación con el lector es algo muy abierto, pero luego tienes que renunciar a eso.
Geoffrey Rush es un ferviente entusiasta del proyecto. ¿Cómo fueron sus conversaciones con él?
Fue algo increíble. Es un tipo muy interesante y una persona extraordinariamente generosa. Cuando estás con él, se muestra extremadamente abierto. Me bombardeaba a preguntas constantemente. Mencionó dos canciones que él interpreta con el acordeón y hablamos mucho sobre ello. Discutimos sobre todas esas pequeñas pero complicadas cosas que él quería aportar al personaje. Geoffrey está pensando cada segundo que está en pantalla que puede hacer absoluta justicia al personaje e insuflarle de vida ante el público. Observar este tipo de dedicación fue realmente una cura de humildad para mí. Eso ocurrió también con Emily Watson, y verlos en los peldaños del número 33 de la calle Himmel fue realmente emocionante. No me impactó mucho entonces –nada lo hacía en aquel momento–, pero ahora lo recuerdo como uno de esos grandes momentos.
Rosa es un tipo de personaje que Emily Watson no suele interpretar. ¿Qué cree que la hizo idónea para el papel?
Tan pronto como vi escrito su nombre, me la pude imaginar perfectamente interpretando a Rosa. Tras haberla visto haciendo tantas cosas, ya sabías que ella era capaz de situar en primer plano la profundidad que tiene ese personaje. Yo creo que a todos nos gusta ver algo inesperado y, además, pienso que ella también es una actriz muy generosa. Recuerdo que al final le dije a Emily, “Gracias por hacer esto, me emociona mucho que estés haciendo esta película”. Y fue encantadora, me dio un gran abrazo y me dijo que para ella era un placer. Había un sentimiento muy agradable en todo el mundo. Asimismo, por lo que todos decían sobre Brian, me dio la sensación de que tenía un gran corazón. Este es el tipo de libro que necesita a alguien así para convertirlo en filme.
Sophie es un verdadero descubrimiento. ¿Es ella tal y como se imaginaba usted a Liesel?
En realidad, la había visto el año pasado en PROFESOR LAZHAR, que era una película francocanadiense realmente magnífica. Sophie estaba genial en ese filme, y recuerdo que le dije a mi esposa, “¡Eh, ésa es Liesel!”. Yo creo que su relación con Nico Liersch, que interpreta a Rudy, es maravillosa. Los ves correteando juntos igual que unos niños, y es genial. Miras a Sophie y simplemente no te puedes imaginar a nadie más interpretando a Liesel; y lo mismo pasa con Ben Schnetzner, que interpreta a Max. Lo conocimos y yo no lo había visto en ninguna escena, pero, en un momento dado, sólo al verle cruzar la calle, pensé, “Ése es Max”. Todos conectaron muy bien entre sí.
El libro pone un enorme énfasis en el poder de las palabras, pero, claro, la película es un medio esencialmente visual. En su opinión, ¿eso entraña alguna diferencia?
Por todo lo que sé hasta ahora, la película puede que acentúe aún más ese poder. Sé que he visto el set del sótano, con todas esas palabras pintadas sobre las paredes, y ahí se aprecia perfectamente. Y asimismo, cuando ves a esos actores, crees que Geoffrey Rush podría transmitir eso en dos segundos simplemente mirando a alguien. De acuerdo, es un medio diferente, pero es posible que en el filme se muestre algo más que en el libro no se incluye en absoluto. Cuando termina el día, me pregunto a mí mismo qué querría realmente. Yo sé que va a ser diferente. Sé que van a faltar algunas cosas que yo posiblemente revisaría. Pero creo que la película tendrá el mismo espíritu que el libro y no creo que pueda pedir mucho más de eso. Creo que el poder de las palabras que está en el núcleo de la historia se hará más definitivamente evidente en la película.